Si me preguntás a quien prefiero como amigo no tengo la menor duda… a todos, excepto a los últimos, lastimosamente estos últimos es el grupo mayoritario, todos hemos utilizado estos adjetivos coloquialmente, son parte de la cultura, lastimosamente también todos hemos sido hijos de puta y los hemos utilizado para nombrar peyorativamente a muchas personas que padecen un trastorno mental.
Se ha tildado de loco a quien en un episodio psicótico, depresivo, maníaco o hipomaníaco ha padecido de alucinaciones en cualquiera de sus tipos, ideas de muerte, se ha provocado lesiones, ha actuado impulsivamente poniéndose en peligro o poniendo en peligro a terceros, sin detenernos a pensar en el sufrimiento y el dolor que provocamos al llamarle simplemente…”loco”, tenemos clínicas para “adictos” promocionándose a diestra y siniestra enseñando a todos esta terminología, sin explicar que quien ha caído víctima del consumo de sustancias ya sea por uno de los episodios antes mencionados, o queriendo huir del hambre, el cansancio o la pobreza no ha de ser estigmatizado con este calificativo, simplemente es un trastorno más y se requiere tratamiento médico. Se le ha llamado puta a quien no se respetaron sus derechos humanos y víctima de la trata de personas ha sido forzada a tener sexo con cualquier hijo de puta que pague el valor que le asignan, se le ha llamado puta a quien habiendo sufrido en la infancia o adolescencia daño a su autoestima, impidiendo el desarrollo de una personalidad sin patologías, y que culpa de ello ha llegado a distorsionar (entre otras cosas) la idea de amor y la ha confundido a tal punto que entiende que recibir caricias, besos y tener sexo con algún hijo de puta es recibir un poco de amor independientemente la forma en que éste la trate, no olvidemos las muchas veces que hemos llamado puta a quien víctima de alguna circunstancia en un episodio en que su juicio estuviese comprometido de alguna forma ha decidido que la única manera que tiene para sobrevivir es recibir dinero a cambio de sexo.
Se nos olvidó que no somos jueces de la vida de otros, esta carta es para vos, para vos guatemalteco que querés que las cosas cambien, para vos profesional de la salud que estas comprometido con tu oficio, para vos joven chapín que tenés en tus manos el futuro de la sociedad guatemalteca, en palabras de Gandhi “se el cambio que deseas ver en el mundo”.
En el castellano, lengua que cada vez se actualiza, que incentiva al uso de regionalismos, por supuesto que hay un sinfín de palabras que enriquecen nuestro vocabulario y en Guatemala somos muy buenos con esto, utilicemos chapinismos, hay tantos usos que les hemos dado y podemos darles como: “Miamor” me volvés loca o loco, citando las palabras de un chapín que nos ha puesto muy en alto: “…Quien me manda a ser adicto de tus besos…”, no hay a quien no se le haya ido un putazo…. Al golpearse: ¡¡Ay puta!!, Al enojarse: Ah… puuuta, al saludar a un amigo: ¡¿Cómo estás hijueputa?! ; A todos nos ha tocado dar o recibir una puteada, también hay que mencionar a quien en la intimidad y bajo mutuo acuerdo, respetando ciertos límites le guste ser nombrado así… sí también vale, y no dejo de lado una de nuestras favoritas, y es al referirnos como todos esos hijos de puta que han jurado lealtad a Guatemala terminan trabajando únicamente en beneficio propio y son los culpables de que ahora… nos esté llevando la gran puta.
Reflexionemos, seamos inclusivos, evitemos poner etiquetas, dejemos de denigrar…. en resumen, no seamos hijos de puta, y veremos cómo en nuestra sociedad poco a poco habrá menos locos menos adictos y menos putas.
Ronald Escobar.
de locos (pdf)
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